
El arqueólogo Miguel Ángel de Dios encabeza el equipo de trabajo que está rescatando parte de la historia de la ciudad con la recuperación de su antigua sinagoga
Son muchos los focos que se han puesto sobre Utrera desde que se confirmó que en el Niño Perdido se encuentra la antigua sinagoga judía de la ciudad. Eso está permitiendo posicionar a la localidad como un futuro destino relacionado con Sefarad, que es el nombre que los judíos dieron a la Península Ibérica.
El profesional que encabeza el equipo que está estudiando dicho edificio es el arqueólogo Miguel Ángel de Dios, quien considera que la sinagoga utrerana supone «una oportunidad para recabar información sobre la cultura sefardí». En una entrevista en ABC de Sevilla, comenta que la sinagoga de Utrera es «algo menor que la de Santa María de Toledo, pero algo mayor que la de Santa María la Blanca de Sevilla, y unos pocos metros cuadrados mayor que la de Córdoba». Precisamente las importantes dimensiones del recinto utrerano «indican que la población judía de esta ciudad debía tener cierta relevancia económica y social».
Sobre la posibilidad de que las aerolíneas israelitas puedan abrir una conexión directa con Sevilla tras el hallazgo de la sinagoga de Utrera, De Dios considera que «sería un bombazo» porque «permitirá a Utrera situarse en el mapa de Sefarad, que es la España judía, un tanto desconocida en nuestra historiografía». De hecho, los trabajos arqueológicos que se realizan en el Niño Perdido suponen «una oportunidad de recuperar ese patrimonio cultural que forma parte de lo que hoy somos, junto con el cristianismo y musulmán».
El arqueólogo ha mostrado su deseo de que «antes del verano» pueda visitarse la sinagoga, «aunque queda bastante recorrido para recuperarla». Es algo que se pretende hacer a través del proyecto ‘Abierto por obras’, que permita compatibilizar los trabajos de excavación con la difusión del contenido que atesora del edificio.
Además, la sinagoga utrerana puede servir para que los expertos se aproximen al plano real de la judería que existía en la ciudad, ya que «hemos visto muros de los siglos XIV y XV, que se proyectan desde el propio edificio en varias direcciones, configurando el trazado original de la aljama».