
España-Argentina 2022 84 min.
Guion y dirección Eduardo Casanova Fotografía Luis Ángel Pérez Música Pedro Onetto Intérpretes Manel Llunell, Ángela Molina, Macarena Gómez, Ana Polvorosa, Antonio Durán, María León, Daniel Freire, Meteora Fontana, Alberto Jo Lee, Songa Park
Desde sus tiempos de actor de comedia en series televisivas, el todavía joven Eduardo Casanova ha cultivado su faceta de provocador, pretendiendo más que logrando ser transgresor. Olvida que estos son conceptos que tenían validez e incluso relevancia cuando andábamos más encorsetados y necesitábamos respirar. Aunque en muchos campos estemos sufriendo una notable regresión, no cabe duda de que afortunadamente hemos perdido esa inocencia que permitiría sorprendernos con propuestas como la de Casanova. A pesar de lo dicho, el director pone tanto interés y mimo en lo que hace que podemos pasar por alto su intención y quedarnos con su cuidada puesta en escena, de colores muy seleccionados entre el rosa, el gris, el blanco y el negro, coreografías exóticas y espacios y vestuarios muy asépticos. En ese entorno lo que nos cuenta ni impresiona ni emociona, y vaya si hay ingredientes para hacerlo. Se trata del proceso de vampirización de una madre controladora sobre su vulnerable único hijo, aquejado además de un cáncer que lo hace más maleable para la pérfida madre. Y todo eso lo compara con la situación de abuso y control que el dictador Kim Jong-un ejerce sobre el pueblo de Corea del Norte. Por cierto, que según parece en la del Sur la película ha gustado mucho, natural. Mención especial merece una espléndida Ángela Molina, estupenda en registro abiertamente cínico y cómico, con una dicción asombrosamente impecable y sacando el máximo provecho a algunas situaciones tan hilarantes que parecen sacadas de repertorio de Martes y Trece. Los recursos en dirección artística y efectos visuales, algunos para recrear situaciones realmente desagradables, están muy bien aprovechados.