Ni la lluvia se atrevió con la desbordante ilusión de la Quinta Angustia [GALERÍA FOTOGRÁFICA]

Ni la lluvia se atrevió con la desbordante ilusión de la Quinta Angustia [GALERÍA FOTOGRÁFICA]

La brillante procesión extraordinaria de la Virgen de los Ángeles supuso el reencuentro de Utrera con un paso de palio tras más de dos años y medio

No hubo inestabilidad meteorológica que pudiera derrotar la ilusión de la hermandad de la Quinta Angustia. Pocos podían imaginar que la jornada culminaría de la brillante manera que lo hizo después de ver las precipitaciones que cayeron a pocos kilómetros de Utrera.

La lluvia finalmente no hizo acto de presencia –salvo cuatro gotas en dos instantes del recorrido- y la Virgen de los Ángeles presidió una procesión extraordinaria que ya forma parte de la historia cofrade de la localidad: por haber servido para conmemorar el cincuentenario de la cofradía del Domingo de Ramos y por cuanto de simbólico ha tenido tras los meses más complicados de la pandemia.

944 días. O, lo que es lo mismo, dos años y siete meses. Esa es la larga espera que ha tenido que vivir Utrera para reencontrarse con un paso de palio. Pero ha merecido la pena tras el regusto que ha dejado el discurrir de la procesión por las calles del municipio.

La tarde comenzaba con el optimismo desbordado en la parroquia de Santa María de la Mesa. La hermandad manejaba unos partes meteorológicos que recomendaban esperar unos minutos a que pasara una nube que dejó agua sobre la ciudad, para después traer consigo una mayor estabilidad. Y así ocurrió. Media hora más tarde del horario previsto, la cruz de guía de la Quinta Angustia atravesaba el dintel de la puerta del Perdón del templo para iniciar el que estaba llamado a ser el epílogo perfecto para este medio siglo de vida de la corporación religiosa. Incluso cuando el riesgo de lluvia volvía a hacerse presente, tampoco el agua se atrevió a amargar la celebración de la hermandad.

El sonido de las campanas de Santa María se mezclaba con el extraordinario acompañamiento musical de la procesión: la banda de cornetas y tambores ‘Nuestra Señora del Sol’ de Sevilla y la banda de cornetas y tambores de la Vera-Cruz de Utrera –cada una, medio itinerario- delante de la cruz de guía y la Sociedad Filarmónica ‘Nuestra Señora del Carmen’ de Salteras cerrando el cortejo. Tras el canto del himno de la hermandad en el interior de la parroquia, por donde la Virgen caminó con los compases del ‘Ave María’ de Caccini interpretado a piano, comenzaba ya en la calle un repertorio musical especial, poco reproducido en Utrera.

A lo largo de las siete horas de recorrido, se sucedieron los momentos emotivos, que hicieron aún más extraordinaria esta salida procesional. Se vivieron instantes especiales en el convento de las Hermanas de la Cruz y en el monumento a su fundadora, así como ante la vivienda del recordado Emilio Alfaya, pudo escucharse una salve en la voz de Enrique Montoya ‘Candela’ y otra por parte de un grupo de utreranos, resonaron las saetas de Consolación García Segovia y de Manuel Cuevas, se lanzaron varias petaladas, se gritaron vivas, hubo fuegos artificiales,… Y a todos esos momentos se sumaron los que se produjeron en el discurrir del paso de palio por algunos templos de Utrera: en la basílica salesiana de María Auxiliadora, en cuyo atrio aguardaba un altar instalado por la hermandad de los Estudiantes, presidido por la Virgen de las Veredas; y en la capilla de San Bartolomé y en la iglesia de San Francisco, donde la Virgen de los Ángeles se adentró para situarse frente a los titulares de las hermandades de Jesús Nazareno y de la Vera-Cruz, respectivamente.

Para esta jornada tan especial, la dolorosa del Domingo de Ramos lució ataviada con guiños a las tres virtudes teologales –la fe, la esperanza y la caridad-, representadas en el pañuelo y varios encajes donados por devotos, en la toca de sobremanto de la Virgen de la Esperanza –de la hermandad de los Gitanos- y en la saya de la Virgen de la Caridad –de la sevillana hermandad del Baratillo-. Además, también lució joyas con referencias a otras cofradías locales. En cuanto al exorno floral, fue de un corte más clásico al acostumbrado en los últimos años, y estuvo integrado por rosa mundial blanca, matthiola blanca, freesia blanca, orquídea blanca, viburnum verde, eryngium verde, craspedia de oro, nardo blanco, cala blanca, bombardea blanca, rosa de pitiminí blanca, delphinium blanco, jacinto blanco, flor de cera, paniculata blanca y helecho.

Las hermandades utreranas, así como otras llegadas desde fuera de la localidad, y una representación de la corporación municipal, acompañaron a la Quinta Angustia en la primera parte de una salida extraordinaria que vivió su apogeo durante el discurrir por la calle Menéndez Pelayo. Ese rincón de la ciudad, referencia del itinerario de la cofradía cada Semana Santa, lució engalanado para la ocasión –como otras tantas calles del recorrido-. A lo largo de esa cuesta que conecta el centro del municipio con Santa María, los cofrades y devotos tomaron cada palmo para caminar contemplando el rostro de la dolorosa. Fueron los penúltimos compases de un sábado de otoño con sabor de Domingo de Ramos que será recordado de una manera muy especial.

 

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