
Varias generaciones de utreranos conocen perfectamente el camino que llevaba hasta la droguería «Consuelito», que hasta hace varios meses se encontraba en la avenida de San Juan Bosco, en un auténtico cruce de caminos frecuentado por muchas personas. Un establecimiento que gestionó de manera magistral Consuelo Vázquez García, conocida como «Consuelito», durante prácticamente cuatro décadas. Ella, por su carisma y su inconfundible forma de ser, es todo un símbolo para el mundo del comercio utrerano.
Cuando sólo tenía 13 años, dejó aparcados los libros y comenzó a conocer todos los entresijos del mundo del comercio, ya que empezó a trabajar en la tienda de ultramarinos que tenía su padre –Andrés Vázquez-, en la calle alcalde Vicente Giráldez. «Aprendí con mi padre todos los secretos que había que conocer para estar detrás de un mostrador, y la verdad es que es un trabajo que siempre me ha encantado», cuenta la propia utrerana.
Con 26 años se casó con su marido José Ramón Picón, y al poco tiempo, después de tener a sus cuatro hijos –dos mujeres y dos hombres-, inició su camino profesional en el establecimiento por el que ha sido conocida prácticamente por toda Utrera. «Consuelito» tenía una capacidad especial para ayudar a todas aquellas personas que lo necesitaban y pronto su droguería se convirtió en una especie de punto de encuentro, donde muchas personas como empleadas del hogar o pintores encontraban trabajo. «Me ha gustado siempre especialmente ayudar a todo el mundo, por eso muchas personas venían a la tienda para que les buscara un trabajo, y en la medida de lo posible siempre los he ayudado», precisa Consuelo.
«Consuelito» conocía perfectamente el ritmo al que latía todo el barrio, las demandas de unos y las necesidades de otros, por lo que se convirtió en un punto de unión de familias que necesitaban en momentos puntuales determinados servicios como empleadas del hogar o cuidadores de personas mayores. Vendió cupones a los cuponeros, lotería de todas las hermandades, y es que su droguería se convirtió en una especie de tablón de anuncios para echar un cable a todo aquel que lo necesitara.
«Consuelito» se jubiló el pasado 14 de febrero, con 85 años, día en el que echó definitivamente el cierre a su droguería, un establecimiento por el que han pasado tres generaciones de utreranos para comprar todo tipo de productos. La utrerana destaca por su desparpajo, saber estar y sobre todo por su vitalidad, ya que a su edad es todo un torbellino. «A mí no me gusta estar sentada en el sofá, hay que moverse, comer sano y hacer mucho ejercicio, esa es la clave, no parar», explica la utrerana, quien asegura que es fundamental «comer de manera equilibrada, mucha verdura, poca grasa y los productos a la plancha».
«Consuelito» es una mujer emprendedora que ha roto moldes en Utrera, que en la actualidad sigue yendo cada día caminando hasta el santuario de Consolación, y que desde que cerró definitivamente la droguería, hay algo que le falta en su día a día. La utrerana, que vendía principalmente en su establecimiento colonias de todo tipo, entre las que no podían faltar clásicos como «Barón Dandy» o «Gotas de My Fair», asegura que siempre se ha sentido especialmente querida, y que incluso «cuando llegaba con la mercancía para descargarla en la droguería, siempre pasaba alguien que me terminaba ayudando».
Una de esas utreranas que han construido con su trabajo y sacrificio parte de la forma de ser de la ciudad que ahora disfrutamos, y a la que sin lugar a dudas ya echan de menos todos aquellos clientes que acudían a su droguería, y que se habían convertido prácticamente en familia. Una personalidad irrepetible, que comienza a disfrutar del descanso merecido después de una extensa vida detrás del mostrador.