
Los usuarios de asociaciones como las de enfermos de Alzheimer y Apudes reciben la primera dosis contra la COVID-19
Todas las esperanzas están puestas en el proceso de vacunación, para que logre traer consigo por fin el ansiado remedio que permita volver a la normalidad y recuperar la vida previa a la pandemia. Todavía quedan intensos meses de campaña por delante, para conseguir una inmunidad lo suficientemente amplia como para hacerlo posible.
Los primeros utreranos que han alcanzado esa ansiada inmunidad fueron los usuarios y los profesionales de la residencia geriátrica Reifs de La Mulata. Quedaban pocas horas para despedir 2020, y recibieron la primera dosis y, tres semanas más tarde, les inocularon la segunda y definitiva.
Tras ese momento histórico, ahora sigue el proceso de vacunación, según los protocolos marcados por las autoridades sanitarias. Muestra de ello es lo vivido, por ejemplo, en la asociación de familiares de enfermos de Alzheimer «Nuestra Señora del Consuelo» y en la asociación Apudes. Ambos colectivos han dado a conocer que este miércoles han recibido la visita de los sanitarios para iniciar el camino hacia la inmunidad frente al coronavirus.
En el caso de Apudes, comentan que sus empleados y buena parte de los usuarios de los centros de día han recibido la primera dosis de la vacuna. «Ha sido una mañana muy intensa pero no queremos dejar pasar la oportunidad de agradecer la amabilidad del equipo sanitario que nos ha atendido. También es de destacar el comportamiento ejemplar de todos nuestros usuarios que, una vez más, nos han dado una lección sobre cómo afrontar cualquier situación con calma y valentía», señalan desde dicha entidad.
Por su parte, también los usuarios y trabajadores de la asociación de enfermos de Alzheimer han recibido la primera de las dosis frente a la COVID-19. Han mostrado su alegría porque «empieza a verse la luz al final del túnel», un sentimiento que han querido compartir con el resto de utreranos colgando grandes carteles en la cristalera de su sede.
Estos son dos de los colectivos que han visto más alterado su trabajo habitual como consecuencia de la pandemia. La alta incidencia del virus obligaba en estos meses a suspender las actividades presenciales, para no poner en riesgo a sus usuarios, al formar parte de los colectivos de mayor riesgo.