
Son varios los proyectos que están actualmente en marcha en el santuario de Consolación. Uno de ellos tiene que ver con una obra de urgencia que ha sido necesario acometer en la escalera que da acceso al camarín de la patrona de Utrera.
El año pasado aparecieron importantes grietas en el muro que cierra la escalera izquierda. Ante esa situación, fue preciso llevar a cabo un estudio que posteriormente ha permitido acometer unos trabajos que ahora están llegando a su fin. Con un presupuesto de 150.000 euros, sufragado por el Arzobispado de Sevilla, hará posible que esta parte del edificio deje de ceder y de generar peligro a los fieles que visitan esa zona del santuario.
Para conocer cómo están desarrollándose las obras, las han visitado el delegado diocesano de Patrimonio Cultural, Antonio Rodríguez Babío; el delegado diocesano de Medios de Comunicación, Adrián Ríos; el arquitecto del Arzobispado encargado del proyecto, Antonio Campos; y el rector del templo, Joaquín Reina, entre otras personas.
El técnico explicó que la zona en la que se ha actuado tiene dos partes bien diferenciadas: la original, que incluye el camarín y la escalera derecha; y una más reciente, de hace unas cinco décadas aproximadamente, con la creación de la escalera izquierda, que se emplea para bajar hacia la conocida como «sala del lagarto». En palabras de Campos, «esta ampliación se acometió con materiales de mucha peor calidad, con los muros de menor grosor y con una cimentación también más reducida. Al ser esta cimentación más superficial, su comportamiento es distinto y ha provocado que los muros y la bóveda se fracturen». En este sentido, una parte importante de la intervención se ha centrado en inyectar resina para que la cimentación más nueva se comporte igual que la primitiva. Además, se ha creado una especie de acera de hormigón que evitará el acceso de humedad al recinto, salvaguardándolo de otros problemas.
Según señaló el arquitecto, la nueva escalera «se pegó a la original sin ningún tipo de ensamble por lo que, al funcionar de manera diferente la cimentación, como nada estaba unido en la parte superior, aparecieron las fisuras». Esta intervención se ha centrado exclusivamente en la escalera de la izquierda. No obstante, en el conjunto de los accesos al camarín –salvo el propio camarín, que está en buen estado y no ha sido necesario actuar- ha habido que trabajar igualmente para poner solución al mal estado en el que estaba el tejado. Las estructuras de la bóveda y de la cubierta han sido «muy atacadas» por los insectos xilófagos, por lo que ha tenido que desmontarse, instalar una nueva estructura metálica y reponer el tablero exterior de tejas como estaba.
Por otro lado, la intervención ha permitido recuperar algunos elementos decorativos de la escalera que estaban en mal estado y se ha mejorado una ventana de ventilación. De igual modo, ahora será posible acceder al espacio existente entre la bóveda y el tejado, no solo de las escaleras sino también de la sacristía, lo que permitirá estudiar su estado de conservación de una manera más sencilla y hará posible que se ventile y se reduzca la presencia de humedad.
La obra comenzó el pasado mes de octubre, estando a cargo de Frajoman, una empresa que ya tiene en su haber otros proyectos de actuación sobre bienes culturales. La intervención está prácticamente llegando a su fin, por lo que se espera que «en unos 15 ó 20 días» pueda estar definitivamente terminada.
Joaquín Reina ha reconocido que «había peligro» en esa parte del santuario, cuando se registraron las grietas. No obstante, ahora se muestra «contento porque está quedando muy bien y muy seguro, para que los fieles puedan transitar por allí sin ningún problema».