
El Ayuntamiento de Utrera ha puesto en marcha un plan especial de vigilancia por parte de la Policía Local, con la intención de actuar contra el consumo de drogas. Su actuación se centra en parques públicos, y en zonas deportivas e infantiles, donde ya se han realizado las primeras actuaciones.
El resultado de estos controles ha sido la incautación de diversos tipos de drogas que estaban siendo consumidas por jóvenes. Posteriormente, los agentes han procedido a su denuncia según la ley de protección de la seguridad ciudadana, que tipifica como grave «el consumo o tenencia de ilícito de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, aunque no estuvieran destinadas al tráfico, en lugares, vías, establecimientos públicos o transportes colectivos». Esta denuncia puede acabar en multas de 601 a 30.000 euros de sanción. Fuentes de la Policía Local han explicado que las principales sustancias intervenidas han sido marihuana y hachís.
El concejal de Seguridad Ciudadana, Antonio Villalba, ha comentado que «el objetivo es evitar que en estos espacios de uso común y en los que se concentra un número elevado de niños y familias haya consumo de drogas, alcohol, cachimbas y tabaco, siempre haciendo cumplir la ley». Y es que «hemos observado que estas zonas son lugares recurrentes a los que acuden, sobre todo menores de edad, a realizar este tipo de actos».
El hachís y la marihuana tienen una presencia considerable entre la población escolar, hasta tal punto que uno de cada tres jóvenes los consumen. Esta situación empieza a disminuir a partir de los 13-16 años, puesto que esta sustancia funciona como puente hacia el consumo de otras drogas. El hachís es la droga ilegal que más se consume en España, sobre todo entre los más jóvenes. Los cultivos ilícitos de marihuana, al no estar sujetos a controles de calidad, pueden rociarse con herbicidas tóxicos que son corrosivos para el esófago, llegando incluso a producir fibrosis pulmonar.
Villalba ha señalado el que considera «uno de los principales problemas» relacionados con estas dos sustancias: «la peor consecuencia que presenta el consumo del cannabis y la marihuana es que se trivializa y todavía aparece asociado a la ecología, la solidaridad y la búsqueda de la espiritualidad, mientras que se minimizan sus devastadores efectos para la salud. Esto complica mas aún la lucha contra estas drogas y, sobre todo, la concienciación de los jóvenes ante su consumo».
El consumo diario de hachís ralentiza el funcionamiento psicológico del fumador, produce pérdida de la memoria inmediata, dificultades del aprendizaje y esquizofrenia. También disminuye la producción de testosterona en los hombres y provoca alteraciones hormonales que afectan al ciclo menstrual y a la libido en las mujeres. Aumenta el riesgo de padecer esterilidad, tanto en hombres como en mujeres. Se ha informado de casos de infarto de miocardio en jóvenes consumidores aparentemente sanos. Por otro lado, el poder destructivo de la marihuana en relación con las neuronas de ciertas áreas específicas del cerebro es devastador, más aún si se tiene en cuenta que muchos de los consumidores están en edad escolar y, por lo tanto, en pleno crecimiento.