
Para muchos utreranos, la Feria de Consolación supone poner el broche de oro a la época estival antes de volver a conectar con la rutina. Para otros, es el momento más importante del año, la celebración de una de las fiestas claves donde la idiosincrasia de la ciudad se despliega con todo su encanto y poder de seducción. Con ambos concepto se identifica el barcelonés Javier Ruiz Rodríguez.
Nacido en Cataluña, en la localidad costera de Pineda de Mar, este publicista reside en la Ciudad Condal pero se siente «muy de aquí». Visitó por primera vez el Real de la Feria de Utrera en 2016, de la mano de su pareja, natural del municipio. Una experiencia que le ha llevado a repetir la visita cada mes de septiembre desde entonces: «me llamó muchísimo la atención la cantidad de luces y el aguante de la gente. Me encantó el ambiente y la ironía tan mordaz de los utreranos». Así describe este catalán de nacimiento y utrerano de adopción la feria de Utrera, como si se tratara de un pequeño «Times Square» ubicado en la campiña sevillana, comentando que «me impactaron tanto las luces que había momentos que parecía que era de día».
Ahora, tres años después de su primera feria, deja claro que «ya no soy el catalán, soy un utrerano más». Y se confiesa un enamorado empedernido de una de las fiestas populares de la localidad, en la que el albero, las casetas, el rebujito, los trajes de flamenca y el caballo se mezclan armónicamente para crear un ambiente de alegría y colorido.
Esta feria será muy especial para el barcelonés, puesto que contará con la visita de algunos miembros de la junta de gobierno de la hermandad de la Virgen del Rocío de Pineda de Mar, a la que pertenece «Les hablo tanto de Utrera y de su feria que tienen muchísimas ganas de venir», cuenta Javier. Este año pretende reunir a su círculo más cercano en su caseta, ‘La Cachifa’, «una de las casetas más bonitas del Real», explica Javier.
Asegura que en su pueblo «se habla mucho de Utrera, además hay muchos seguidores del cantante Juanlu Montoya. Nos encantan sus canciones, siempre las escuchamos en la hermandad».
Anteriormente, amigos de Javier procedentes de Barcelona estuvieron en la feria de Utrera, siendo una visita de la que siempre recuerda la misma anécdota. «Algunos de los amigos que vinieron son independentistas y quedaron tan encantados con la feria de Utrera que incluso querían venir a vivir aquí. Pero yo les dije que, después de lo que tenían montando con el separatismo, si querían independencia, que tiraran para Barcelona», revela entre risas Javier.
Este apasionado del flamenco cuenta que «de la feria me gusta cualquier momento menos la última hora, que ya se empieza a escuchar reggaeton». Y para él hay una caseta que destaca sobre todas las que forman el Real, la de la familia Montoya, ‘La Luna’. Un lugar que «me encanta por la historia y por la cantidad de arte que hay, además de la caseta ‘Amigos de Fernanda y Bernarda’, de la que tengo muy buenos recuerdos».
Un inicio del mes de septiembre que llega inundando a la ciudad de lunares, flamenco, encuentros, rebujito y alegría. Javier, que también ha vivido la feria de Sevilla, la de Sanlúcar de Barrameda, así como diversos festivales y las últimas fiestas del Orgullo LGTBI de Madrid, afirma que «nada es comparable con la feria de Utrera», con la que también se encuentra muy unido por la Virgen de Consolación. «La patrona es preciosa y el enclave donde se sitúa el santuario hace que la feria sea aún más bonita», añade Javier.