
Una cita ineludible cada año en Utrera con la llegada del verano es la celebración del Potaje Gitano. El festival flamenco más antiguo de España ha vuelto a su cita y, en su sexagésimo tercera edición, se impregnó de los sones rockeros que trajo consigo el homenajeado, Raimundo Amador.
Este artista ha sido la figura elegida por la hermandad de los Gitanos para ofrecerle el tributo anual en torno al que gira la velada flamenca. Y él quiso agradecer de una manera especial este reconocimiento, con una actuación ante el más de un millar de personas que ocuparon uno de los patios del colegio salesiano «Nuestra Señora del Carmen».
Acompañado por los miembros de su banda, Raimundo Amador interpretó algunos temas con los compases de blues y rock a los que tiene acostumbrados a su público. Pero también cantó junto a miembros de su familia, recordando la música del grupo Pata Negra que él lideró, y cantando por bulerías.
Todo ello ocurrió antes del acto protocolario del homenaje, en el que se mostró «muy contento y muy orgulloso» por recibir este tributo. «Soy hombre de pocas palabras, y solo puedo decir que os quiero», afirmó.
El hermano mayor de Los Gitanos, Diego Jiménez, fue el encargado de hacerle entrega de la olla de potaje, como símbolo del festival, al tiempo que expresó su «admiración y afecto para nuestro homenajeado, un músico universal que sigue manteniendo sus raíces flamencas y que hoy engrandece el palmarés del Potaje Gitano». Además, Raimundo Amador recibió el reconocimiento otorgado por Cruzcampo, como patrocinador principal del festival; y un cuadro de recuerdo, de manos del alcalde de Utrera.
Unas seis horas duró el festival flamenco, que contó con la presentación del periodista Rafael Cremades. La utrerana Mari Peña fue la encargada de abrir la noche y, con su buen hacer y ofreciendo una actuación muy completa, puso al público en pie. Después llegó el turno de José Valencia, que cantó especialmente por seguirilla y soleá, y puso el broche por bulerías. A continuación salió a escena Remedios Amaya, quien tuvo una línea festera en su intervención, contando con el buen acompañamiento de un coro.
Tras el descanso, en el que pudo degustarse el tradicional plato de potaje, los asistentes tuvieron la oportunidad de disfrutar del baile de Farru, cuya actuación gustó mucho al público. Finalmente, la familia Amador fue la encargada de poner el broche a un Potaje Gitano que culminó pasadas las cinco de la madrugada.