
Cada 23 de junio, Utrera revive una tradición de marcado carácter popular y vecinal: Los Juanes. Una tradición con vaivenes, con altibajos, con momentos más o menos buenos, pero una tradición que perdura ya adentrado el siglo XXI y que, día a día, intenta recuperar el espacio perdido.
La noche mágica de San Juan es celebrada, sobre todo, en lugares de costa, donde la presencia del mar, en una mezcla indivisible con el fuego, hacen de las hogueras, los ninots y los muñecos los protagonistas de la jornada. Sin embargo, también en plena campiña sevillana, a la sombra de las torres de Santa María, Santiago y Consolación, los utreranos salen a la calle para quemar sus «juanes».
Se podría decir que dos han sido las etapas fundamentales que ha vivido esta fiesta. La primera de ellas se prolongó hasta la década de los 50, en el siglo pasado, cuando lugares como la calle Sevilla o la plaza Enrique de la Cuadra –conocida popularmente como «del Bacalao»-, entre otros, organizaban sus veladas.
Eran tiempos de orquesta sonando junto al bar Limones, de cucaña con chorizo, jamón o incluso pollos vivos en su parte superior y de ambiente festivo donde todo el entorno del jardín que corona dicha plaza se atestaba de utreranos. Fue la época en que Los Juanes salieron a la calle, después de haberse desarrollado en casas de vecino y corrales, como la del Maragato y la Alhóndiga, donde también se desarrollaba la fiesta de las cruces.
Por aquel entonces, para hacer los muñecos, sus creadores elaboraban una mascarilla de escayola, a la que se le añadía papel de periódico recortado, con el que se iba dando forma a algunos monumentos efímeros como el que un año protagonizó la mítica Vespa –coincidiendo con su llegada al mercado utrerano- o aquél en que un policía local indicaba a unas prostitutas, maleta en mano, el lugar donde estaba la estación de trenes para que se marcharan.
De hecho, hay una leyenda ciudadana que sitúa la desaparición de la fiesta, allá por los años 50, en el escándalo que originó este «juan» y que hizo que se prohibiera su continuidad. No obstante, personas muy vinculadas con la celebración en esos tiempos aseguran que se produjo por la falta de financiación y de colaboración económica por parte del Consistorio y de comerciantes y vecinos afectados. De hecho, por aquella época, los chavales de la zona vendían papeletas para rifar un carnero con lo que obtener el dinero necesario.
Por un motivo o por otro, no fue hasta la llegada de los Ayuntamientos democráticos cuando la tradición se retomó. En 1979 varios vecinos hablaron con el alcalde para intentar recuperar la fiesta. Y lo hizo con fuerza. La práctica totalidad de los barrios de Utrera se engalanaban y preparaban su «juan», que representaban a personajes locales o mediáticos, o acontecimientos que habían marcado la localidad. De entre todas las zonas de la localidad, la mayoría de las voces reconocen que Las Exportadoras –en la trasera de la parroquia de San José- organizaba y organiza grandes muñecos. Por uno y otro lugar pasaron desde la familia Simpson, Curro –mascota de la Expo’92-, la creación de Radio Utrera, o incluso la polémica y manifestaciones que a mediados de los años 80 se creó con la revisión catastral en la ciudad.
Yo recuerdo de pequeño ver la quema de los juanes en la calle sevilla. Eran los año 50.
Recuerdo los primeros de los 2004-2005 en barriadas como san josé donde Curro Jiménez sólo hacía ponernos trabas a la gente de allí porque no eramos de su cuerda los que montábamos el muñeco y a otros barrios los subvencionaba. Decidme una vez mas que soy del psoe o de villalobos pero eso fue una realidad y nunca lo olvidare. Algun funcionario por llamarlo de alguna manera de los que lo peloteaban se acordara y seguro que hoy es mas de villalobos que el papa
Pues no olvidemos los juanes de los años 80 de nuestra barriada de la Paz que se convirtieron en la envidia de todos los barrios de Utrera, aunke luego ya paso a la historia