
Los trabajadores del hospital de alta resolución de Utrera se encuentran en pie de guerra ante las condiciones laborales que sufren y el recorte de personal que se viene produciendo. Esta merma de la calidad asistencial está afectando igualmente a los ciudadanos que han de hacer uso del recinto.
Según el comité de empresa, el cierre de los quirófanos en el mes de agosto conllevó la pérdida de un centenar de intervenciones. Mientras, desde el año 2013, momento en el que con mayor virulencia se empezaron a sentir los recortes, ha provocado que «los pacientes dejen de poder acceder a entre 1.000 y 1.500 consultas de especialistas cada año».
Otro de los ejemplos que ponen de manifiesto la merma en la calidad de los servicios y prestaciones que se ofrecen al ciudadano tiene que ver con el elevado tiempo de espera para obtener una receta visada, que en algunos casos supera los dos meses.
La presidenta del comité de empresa, Ana María Puertas, ha explicado que «este hospital, tal y como indica un informe de la Cámara de Cuentas de Andalucía, ha sufrido el doble de destrucción de empleo que otros centros que dependen del Servicio Andaluz de Salud o de otras agencias sanitarias». Esa falta de personal se une a otros problemas, como la rotación de los puestos de los profesionales y la inestabilidad de la plantilla. «Llevamos un ritmo vertiginoso, el personal rota demasiado, nos cambian constantemente de puesto», comenta Puertas, quien quiere dejar también claro que «recibimos órdenes e imposiciones por parte de la dirección y si nos mandan ocupar un puesto al que no estamos habituados, lo intentamos hacer lo mejor que podemos».
La presidenta del comité de empresa está convencida de que todo ello termina afectando a los servicios que ofrece el hospital a todos los pacientes ya que, «aunque en este centro hay excelentes profesionales, muchos de ellos se están marchando, porque un profesional excelente en un quirófano no tiene porqué serlo también en consulta para tramitar una receta o viceversa». Los representantes de los trabajadores han hecho llegar su malestar a los gestores del centro en varias ocasiones, al igual que a los Ayuntamientos de Utrera, El Coronil y Los Molares, que son las poblaciones a las que atiende el recinto sanitario. Sin embargo, por el momento no se han puesto soluciones encima de la mesa.
A estas quejas se une también la utilización del antiguo vertedero del quirófano como sala de estar para los profesionales. «En los mismos fregaderos que limpiábamos hasta hace poco las cuñas que usamos en el quirófano, nos tenemos que lavar ahora nuestras tazas, vasos y platos, además de no disponer de todo el espacio que necesitamos», apunta Puertas.
Un clima ante el que el comité de empresa solo reclama «soluciones, ya que las condiciones actuales no son aceptables para los trabajadores ni para los pacientes. Además, muchos de los profesionales se están convirtiendo también en pacientes, ya que padecen angustia y estrés a causa de la situación laboral».