
Antonio Casado ha comentado en Onda Cero que, en breve, aparecerá una información letal sobre Ciudadanos. ¿A qué se refiere? Veremos. La mayoría de los observadores políticos coincide en poner una nota alta al Partido Popular en el apartado de la economía y una nota muy baja en el apartado de la política; o sea, en lo que conocemos como hacer política. La misma gestión del asunto del máster de Cristina Cifuentes es un claro ejemplo de esto último. ¿Qué hubiera pasado si, en lugar de escribir la carta cuando ya los acontecimientos se habían precipitado y la situación era insostenible, la hubiera escrito para pedir la anulación del título del máster al rector en cuanto tuvo la primera información sobre las irregularidades? La cuestión no es baladí, ya que la todavía presidenta de la Comunidad de Madrid, dado su carisma, era una seria aspirante a suceder a Mariano Rajoy, en el caso de que este decidiera dar un paso atrás en las próximas elecciones generales. Si la renuncia del presidente del Gobierno se confirmara, no hay muchos nombres para el relevo. ¿Cuáles son los que suenan, si descartamos a Pablo Casado y a Cristina Cifuentes? Salvo sorpresa, los nombres son el de la ambiciosa e intrigante vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que presenta en su contra la mala gestión de la crisis de Cataluña y el rechazo de las bases, el de la ministra de Defensa, enemiga de la vicepresidenta, María Dolores de Cospedal, a quien perjudica su imagen dura y distante, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, discreta y eficiente, que cuenta con la confianza de Rajoy, pero a la que le falta atractivo e imagen para ser la referencia en unas elecciones tan competidas. Queda Núñez Feijoo, don Alberto, a quien, no sé por qué razón ortográfica, le siguen colocando la tilde en su segundo apellido, cuando no la lleva, de acuerdo con la norma académica.
El presidente de la Xunta de Galicia es el más político de los posibles aspirantes a la sucesión y el que mejor dialéctica tiene. Presenta el aval de unos resultados electorales, que son, en verdad, brillantes. Además, don Alberto, cree en sí mismo y en el esplendor de la política, aunque en su gestión, en lo que concierne a la economía, haya luces y sombras. «Los gobiernos que nacen contra las urnas mueren en las urnas», dijo con convicción una larga jornada, hecha de horas y de tiempo; de literatura y de filosofía; de política y de historia. Lo único, verdaderamente preocupante en su contra, aquellas preguntas de Jordi Évole en Salvados, de las que supo salir airoso: «¿Le gustan las series? ¿House of Cards? ¿Juego de tronos? ¿Narcos? ¿No ha visto Narcos? Bueno, narcos supongo que sí ha visto, pero me refiero a la serie». El marido de Eva Cárdenas, desconcertado y patidifuso, en un principio, supo saltar el obstáculo y dejar su imagen a salvo de metáforas ingeniosas e interrogaciones agudamente planteadas. «¿Usted cree que si yo supiese de lo que iba a ser acusado, se refiere a Marcial Dorado, yo me dejaría hacer fotos o iría a comer con él?», contestó escudriñando en la propia memoria, como si hubiera leído a Quevedo y a Gracíán y, más aún, esta frase del autor de El criticón: «Participa el hablar de lo necesario y de lo gustoso, que siempre atendió la sabia naturaleza a hermanar ambas cosas en todas las funciones de la vida».
Feijoo, que lleva nueve años como presidente de la Xunta, adonde llegó desde un puesto de responsabilidad en Madrid, puede iniciar ahora el viaje en la dirección contraria; o sea, desde Santiago de Compostela a Madrid. Por ello mismo, sabe que todo político, que quiera volar alto, debe leer La república de Platón, La política de Aristóteles, El príncipe de Maquiavelo, Sobre la libertad de John Stuart Mill y La democracia: Una guía para los ciudadanos de Robert Dahl, entre otros. Mas don Alberto, con esos gestos quevedianos, ocultos por las gafas, que, como dice Martín Piñeiro, son un simple modelo de pasta, cuando, desde lejos, parecen unas Google Glass, espera. Percibe que su adversario, en realidad, es don Mariano. Feijoo es de lo que piensan: «¿Y si, entre puro y puro y una copa de buen vino, acompañada de jamón de bellota, decide presentarse, aunque deje el partido al pie de los caballos?». El presidente de la Xunta se consuela considerando que don Mariano nunca conseguirá el voto hipster. Porque nunca será capaz de hacerse las siguientes preguntas: «¿Quién más hipster que yo? ¿Y quién más indie?». El disc-jockey tuvo que ponerle, ante la insistencia, Mi gran noche de Raphael. Y eso un indie y un hípster no lo perdonan. ¿Verdad, María José que no? Tú lo sabes bien.
Manuel Peñalver