
En la Semana Santa de 2015 se producía la rotura del paso del Cristo del Perdón durante su salida procesional del Lunes Santo. Esto obligaba a la hermandad de los Muchachos de Consolación a emprender un importante trabajo de restauración que, además, iba a servir para completar el proyecto del propio paso, que estaba inconcluso.
Tras dos años de tareas, en esta jornada culmina dicho proyecto, con la incorporación de los nuevos candelabros. Con estas nuevas piezas, se pretende que la imagen del crucificado «quede más arropada y mejor iluminada que con anterioridad, debido tanto a un mayor número de luces como a la colocación o reparto de las mismas», según explica su autor, el tallista David Medina Soto.
El juego de candelabros se compone de cuatro situados en las esquinas de la canastilla, con nueve velas cada uno; así como otros dos situados en ambos costeros, cada uno de ellos con otras cinco luces. La estética de este trabajo se suma a las piezas realizadas con anterioridad, guardando una similitud tanto en el diseño como en la ejecución de la talla.
La rehabilitación y finalización del paso del Cristo del Perdón ha contado también, en algunos de sus trabajos, con las tareas de Juan García Casas. Atendiendo a los consejos de los expertos, el paso ha aumentado su tamaño en 30 centímetros de largo y 15 de ancho. De esta forma, ha pasado de seis a siete trabajaderas. Por otro lado, se ha creado una nueva estructura para el interior de la canastilla. A ello se suma la restauración y ampliación de los respiraderos, creando nuevas cartelas talladas en sus zonas centrales.
Junto a esos trabajos, también se han creado cuatro maniguetas y se han terminado de tallar las cartelas con las que cuenta la canastilla. De igual modo, esta pieza ha aumentado 10 centímetros su altura, con la inclusión de un baquetón tallado. Finalmente, las capillas de las esquinas, donde se encuentran los cuatro evangelistas, también han quedado talladas.
A todos estos trabajos se sumaron una restauración integral del paso, eliminando repintes de barnices, lo que ha permitido que recupere el color original de la madera de caobilla, que es el material que el tallista Manuel Guzmán Bejarano empleó en su día para la ejecución.