
Con un formato completamente novedoso, el Cristo de Santiago se encontró un año más con sus fieles, en un acto que traspasó los muros de la parroquia de Santiago el Mayor, para adentrarse en el castillo. Hasta las Madres Carmelitas tuvieron la oportunidad de contemplar al patrono de Utrera, en una convocatoria de febrero inédita.
Como es tradicional en las fechas previas a su festividad, el crucificado presidió el vía crucis en su honor que organiza la hermandad del Silencio, de la que es titular. En esta ocasión, en lugar de desarrollarse por el interior del templo, el cortejo se amplió y llegó hasta la antigua fortaleza utrerana.
La asociación de campaneros hizo sonar los bronces de la iglesia con el toque de difuntos mientras el Cristo era portado a hombros ante un público mucho más mayoritario que en ediciones anteriores. Las oraciones, que comenzaron dentro de la parroquia, se sucedieron en la iglesia conventual de la Purísima Concepción, así como en distintos espacios del castillo.
El sonido de la campana que el muñidor portó entre sus manos abrió un cortejo en el que pudo verse la cruz de Santiago, así como varios miembros de la cofradía portando cirios y sendas representaciones de las hermandades de la parroquia (Trinidad y Gitanos). Junto a la presidencia del Silencio también estuvo un miembro de la junta superior del Consejo de Hermandades, antecediendo la llegada del Señor. Un nutrido grupo de fieles, además de la autoridad eclesiástica, cerró esta comitiva en la que estuvo presente un trío de música de capilla, que acompañó durante todo el recorrido.
Uno de los lugares donde se fijaron las miradas fue en el patio de armas del castillo. Mientras la mayor parte del público permaneció como espectadores en la zona más alta, hacia la parte de albero descendió el para recorrer el perímetro de ese espacio, rezando el vía crucis. Hasta allí fue llevado por primera vez el Cristo de Santiago, en una noche que culminó, ya de regreso, con el tradicional besapié al patrono de la ciudad.
Tras el giro dado a este acto cofrade, los organizadores tienen por delante el reto de mejorar una convocatoria que aún ha de encontrar el sabor que se apreciaba en su anterior formato.