
Con media hora de retraso sobre el horario previsto, dio comienzo el decano de los festivales flamencos de España. El Potaje Gitano de Utrera, que este año llegaba a su sexagésima edición, cambió el formato de la noche, abriendo las tablas con el acto homenaje, que en ocasiones anteriores se ha celebrado antes del descanso.
El numeroso público que abarrotaba el patio del colegio salesiano aún no había terminado de tomar asiento cuando el presentador, Antonio Ortega, llamaba a la familia del homenajeado y a las autoridades pertinentes para hacer entrega del reconocimiento al hermano y a los hijos de Paco de Lucía, que recibía el homenaje póstumo de la hermandad de Los Gitanos, organizadora del evento. Participaron el hermano mayor de esta corporación, el alcalde, el delegado de Cruzcampo, el guitarrista José Antonio Rodríguez y el cantaor Rafael de Utrera. Se unieron Pepe de Lucía y los hijos de Paco. Asimismo, en ese momento se dio lectura a una carta del cantante Alejandro Sanz, quien se disculpó por no poder estar presente en el homenaje a su amigo, al tiempo que exaltó la figura del guitarrista.
Tras el acto, abrió plaza la bailaora Pepa Montes, con la guitarra de Ricardo Miño. Tras templar el tablao por alegrías y vestida con bata de cola roja, remató su actuación cambiando el rojo por el negro, bailando por bulerías y al cante de la utrerana Mari Peña.
Tras la primera actuación, y con un público aún frío, salió al escenario el lebrijano José Valencia, que empezó por alegrías y soleá, dando gracias al público de Utrera y sintiéndose como en familia. Remató por seguiriyas y bulerías, dejando notas de gitanería y frescura en su cante y poniendo el listón muy alto en esta noche flamenca.
Tras esta actuación, el presentador recordó los comienzos del festival y saludó a los numerosos artistas que se encontraban en esta cita flamenco, entre los que destacó el cantaor onubense Arcángel.
Tras las palabras del presentador, salió a escena José Mercé, el jerezano del barrio de Santiago, que empezó su actuación por malagueñas con las palmas de su mujer y de su incondicional palmero Chicharito. Continuó por soleá, seguiriyas y bulerías, para rematar invitando a algunos de los artistas presentes a rendir homenaje a Paco de Lucía en un pequeño fin de fiesta.
Tras la actuación de Mercé, llegaba el momento del descanso, para degustar el tradicional potaje de frijones. Tras este receso, el único artista utrerano anunciado en el cartel, Manuel Amaya, ponía la nota festera a la noche, completando su actuación fiel a su estilo rumbero, haciendo temas de Bambino y poniendo en pie a un público que, según palabras de algunos asistentes, aún estaba frío.
Tras la actuación del utrerano, el cierre a la sexagésimo edición del Potaje Gitano lo puso el bailaor Juan Manuel Montoya, el nieto del Farruco, quien abrió su actuación bailando por alegrías al cante de Antonio Villar y Pepe de Pura. Tras una magnífica actuación, Farruquito invitó a todos los artistas allí presentes a poner el broche a la noche con un fin de fiesta, al que se sumaron José Valencia y Rafael de Utrera y el propio Farruquito al baile. Siendo algo más de las 4.30 de la madrugada se ponía el fin a una edición más del primero de los festivales flamencos de España, con un sector del público que, sin estar ubicados en ninguna mesa, intentó sentarse por donde pudo, resultando en algunos momentos molestoso con sus palmas y sus jaleos, siendo ésta la única nota discordante a una organización que, año a año, lleva el festival a lo más alto del flamenco.
Texto: Augusto Muñoz / Imágenes: Pepe Florido