Restaurada la Virgen de Consolación en su santuario

Las personas que hayan visitado el santuario de Consolación quizás no se habrán percatado de ningún cambio, pero estos días se han llevado a cabo unos trabajos de restauración de la patrona de Utrera. Se han desarrollado en el propio templo, centrándose especialmente en la limpieza de la imagen y en la mejora de sus articulaciones.

El rector de este templo, Joaquín Reina, ha explicado a Utrera Digital que la intención de este proyecto ha sido que el peso de los distintos elementos que rodean a la talla no descansen sobre ella, como venía ocurriendo hasta ahora. Así, se han colocado sendas pletinas para que el barquito y el Niño Jesús no apoyen directamente sobre la Virgen, evitándose el balanceo que presentaban y asegurándose los brazos de la imagen. También se ha trabajado sobre las articulaciones, mejorando su movimiento, ya que los tornillos que tenían no se encontraban en buen estado.

A todo ello se une la instalación de un pollero, esto es, una estructura metálica que sostiene el manto y la corona de la Virgen, con lo que también se le alivia de este peso. Finalmente, se ha confeccionado un rostrillo protector para evitar que la talla sufra a la hora de colocarle los tradicionales rostrillos que luce la patrona de Utrera.

En cuanto al cuerpo de la imagen, Joaquín Reina ha comentado que no ha sido necesario intervenir, ya que se encuentra «en buen estado. Hace ya años se actúo sobre él, y ahora se ha comprobado que no hace falta».

De todos estos trabajos se ha encargado el restaurador utrerano Sebastián Martínez Zaya. Además, se ha aprovechado este proyecto para proceder a una limpieza de la imagen. En concreto, se ha retirado la suciedad, la grasa y las pequeñas imperfecciones que presentaba la Virgen de Consolación en sus manos y en el rostro, así como el propio Niño Jesús.

Tras llevar a cabo estos trabajos, en 2016 podrá contemplarse una estampa que hacía tiempo que no se producía. El presbítero confía en que la Virgen esté nuevamente en besamanos, ya que lo que venía desarrollándose estos años era un «besarrosario», al impedirse que los devotos pudieran acceder directamente a la mano de la patrona de Utrera por el estado en el que se encontraba la talla.

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