
Dos meses ha permanecido la Virgen de la Amargura fuera del santuario de Consolación. En la tarde de este viernes, la titular de la hermandad de los Muchachos de Consolación volvía a su sede canónica tras los trabajos de restauración que se han llevado a cabo en dicha imagen.
El imaginero Francisco Berlanga ha sido el encargado de dicho proyecto que ha culminado, como se anunció, antes del inicio de los cultos en honor a la patrona de utrera, que precisamente comienzan este domingo. No obstante, y precisamente al coincidir con la novena dedicada a la Virgen de Consolación, la corporación del Lunes Santo pospondrá hasta después de la feria su eucaristía de acción de gracias tras la llegada de la dolorosa.
En cuanto a las tareas desarrolladas, se han centrado en el rostro de la dolorosa, que sufría problemas por la presencia de puntillas de acero y de repintes con barnices. En concreto, se ha procedido a la limpieza y eliminación de los barnices, y el levantamiento de las grietas, bultos y excoriaciones.
De igual modo, se ha procedido a la retirada de las puntillas y a su sustitución por espigas de madera. A ello se une la eliminación de la pasta de madera que presentaba la imagen en la nariz y la reposición volumétrica con madera de la misma calidad.
El proyecto ha contemplado también el saneamiento de las lagunas producidas, la reintegración cromática, y la fijación y lustre de las carnaduras.
Para sufragar el coste de la actuación, los Muchachos de Consolación pusieron en marcha hace unas fechas una campaña consistente en la venta de diplomas, con una pintura de la Virgen de la Amargura realizada por Juan Núñez Cienfuegos. Los nombres de todas las personas que han venido colaborando con la iniciativa se han incluido en una lista que situada en el interior de la imagen de la Virgen. En este sentido, aún se puede adquirir dicha pintura, al precio simbólico de 10 euros, estando disponibles en la casa-hermandad, situada en el número 3 de la calle Nogal.
Según el informe de la intervención, al que ha tenido acceso Utrera Digital, uno de los problemas que presentaba la talla tenía que ver con la presencia de barnices que se le aplicaron en su día, que se había «oxidado notablemente, amarilleando el conjunto y acentuando unos brillos antinaturales».
Por otro lado, en la frente de la imagen se observaban «levantamientos de la capa pictórica, unos en forma de grietas y otros abultados, así como un desconchado en la tabica nasal que fue repolicromado sin reponer la volumetría». En los laterales del rostro se dejaban ver «las fisuras de la unión de la mascarilla, observándose distinta tonalidad en las orejas y el cuello, así como alguna excoriación en la mejilla izquierda y en las manos».
Asimismo, la talla presentaba 16 puntillas de acero comercial, de un largo de entre 30 y 80 milímetros aunque, «afortunadamente, localizadas todas fuera de la carnadura».
En relación a los ojos de la imagen, son de cristal de bóveda, «no apreciándose ningún defecto de colocación». Mientras, se observaban «claramente los ensambles de los costeros, que las citadas puntillas tratan de afianzar. Se aprecian claramente las distintas excoriaciones existentes en el rostro de la Virgen y cómo en el lobanillo izquierdo de la nariz está reconstruido con pasta de madera. También se ve una remodelación posterior en los maxilares inferiores de la cara».